Parecería que la crisis de los feminicidios en que está inmersa la República Dominicana, va para largo; el conflicto no es un simple asunto de parejas. Si no se frena la inequidad social que afecta a las grandes masas y en gran medida a la mujer dominicana, el futuro de ésta estaría acondicionado a la fatalidad de estallidos pasionales de un “macho” que se precia como sostén de su existencia.
O lo que es lo mismo, si el hombre es posesivo entendiendo que la mujer es de su propiedad, también habría que auscultar sobre cuáles razones la hace consustancial con esa reacción. Es decir, determinar-aunque no se justifiquen- los motivos multifactoriales que mueven al hombre a maltratar, y matar a su pareja.
Porque si bien no se justifica que la mujer dominicana se sienta culpable y sea a la vez abusada por su pareja o ex, también hay que iniciar una campaña que la reoriente a fin de contrarrestar el flagelo. Por ejemplo, hay que instruirla en que,-no sucede en todos los casos- no necesariamente, en todo momento, debe ser dependiente de su compañero.
Independientemente de los yerros judiciales en esta problemática, hay que corregir otros males. La mujer dominicana proveniente de un Estado (esto parecería un tremendismo) que políticamente está infestado de actitudes dictatoriales, debe sopesarse como ente de un conglomerado donde todavía prevalece el comportamiento “trujillista” y, la relación intrafamiliar, no está aislada de esa realidad.
En un colectivo donde progresivamente se gestan más pichones de dictadores, hasta en las relaciones de parejas, se actúa como tal. Para ratificar lo antes dicho, se sabe que hasta legisladores han sido imputados de violencia de géneros y no ha pasado nada. Y qué decir de otros que aparte de abusarlas la proclaman como su esposa, cuando les es conveniente.
Para colmo esas actitudes de evidentes vínculos con el machismo, también es agravada con la falta de oportunidades que la margina de alguna tarea remunerativa. Además, todavía en estos tiempos, ha sido formada con el desafortunado y en nada propositivo consejo de que debe buscarse “un buen hombre”.
En un país como el nuestro atado a esa teoría propia de las cavernas, en nada referente de una pareja consecuente, respetuosa, solidaria e íntegra; está implícito el mensaje de que la mujer es un simple objeto. Viene a ser como un “jarrón chino” que se coloca en el lugar donde nos de la gana.
Así las cosas, la pareja ideal de la mujer es la dispuesta a sostenerla económicamente, y en muchos casos, arrastrar en esa empresa a otros familiares del entorno. Claro, esto no justifica los feminicidios.
Pero, ¿hay las condiciones para que el común de la mujer cual que sea su estrato social, sea autosuficiente en el consumo? Con nuestras desigualdades sociales y deficiencias educativas nos atreveríamos a apostar que los abusos y discriminación contra la mujer, es un asunto que va para largo.
De ahí podría inferirse que la crisis que tiene que ver con la violencia de géneros, tiene también un origen socio-económico En una sociedad donde la mujer fuera menos discriminada y con mayores oportunidades de incorporarse al aparato productivo, ésta rompería cadenas, desataría lo dogales que la atan y sería menos infeliz; viviría con más independencia y libertad.